Arrecian en los medios social comunistas las críticas contra nuestro alcalde por sus valientes y originales declaraciones contra la alpargata y a favor, supongo, del zapato de tacón de aguja.
Aún no tenemos claro si el concepto alpargata se reduce a la clásica zapatilla que con tanto primor elaboraba la cadena durante los años de nuestra feliz y ya lejana infancia, o si incluye estos modelos evolucionados que calzan nuestros hijos con los audaces nombres de naik o ribuk. Pero sin esperar a que estas dudas se concreten, sin esperar alguna sabia matización del gran yanguas, los voceros de la izquierda trasnochada, los amigos de castro, ya alzan su voz para desprestigiar al mejor alcalde que haya tenido jamás nuestra tierra.
Con gran acierto explica juan carlos que los pobres deben quedarse en su casa, o como mucho, en salobreña, pero no venir a velilla ni a san cristóbal, que han de quedar para gente con posibles. El astuto juan carlos sabe que aquí ya hay demasiados pobres así que el cupo de admisión ya debe cerrarse. Por el contrario, gente con pelas, gente que gane algo así como ochenta mil euros, gente con chaletes de varios miles de metros en las afueras, gente así no abunda. A esos hay que abrirles las puertas.
Y a eso está entregado nuestro alcalde. Lleva treinta años diseñando un paisaje espectacular con innovaciones urbanísticas en los pinos, cotobro, marina del este o cerro gordo, por citar algunos ejemplos. La gente de pelas alucina en colores cuando admira estas bonitas construcciones de siete y ocho pisos ocupando antiguos acantilados en los que no había más que árboles tristes y cabras aburridas.
En las aceras está intentando imitar las ciudades punteras del mundo mundial. No tenemos el presupuesto de rotterdam, y así será difícil hacer un paseo que lleve cientos de baldosas con la huella de las manos de pintores, futbolistas o cantantes famosos. Pero está intentando crear en el suelo esos bellos y enigmáticos efectos que llevan miles de turistas cada año al bonito pueblo de bélmez. A poco que se fijen ustedes, verán en nuestros bonitos paseos rostros que nada tendrán que envidiar a esos que aparecen en el pueblo jienense y que tanta literatura han propiciado. Los rojos les llaman manchurrones porque su incultura no da para más.
Quizá estén en contra del alcalde los modestos y pobretones vendedores de chuches, esos quiosqueros tristes que se dedican a la innoble tarea de vender pipas a los pobres que aún se atreven a visitar nuestras playas con el monedero escurrido. Quizá estén en contra del alcalde esos propietarios de bares donde por uno cincuenta te ponen un cervezón y una tapa que en amsterdam sería algo así como una ración generosa. Quizá estén en contra del alcalde los propietarios de bares de copas que ven como año tras año sus negocios se llenan de ese pelotón de pobres que aterriza en nuestro pueblo.
Pero a nosotros no deben importarnos esas opiniones interesadas. Nosotros sabemos que la sexi está llamada para grande hazañas en el mundo del turismo. Los tur operadores del planeta están buscando un alcalde como el nuestro y un pueblo como éste para enviarnos a todos los jeques y a todas las jecas que dedican su vida a dar vueltas por aquí y por allá. La prosperidad está a la vuelta de la esquina. Tan sólo falta que yanguas gane las próximas elecciones y haga lo que no ha tenido tiempo de hacer en los últimos treinta años, esos en los que ha estado ocupado en dar un buen nivel de vida a su familia y sus amigos.
Si no fuera por esos esfuerzos, ni yanguas y su tropa podrían viajar como dios manda. Y se tendrían que quedar aquí, sin vacaciones, como les pasa a las camareras de habitaciones, los camareros y conserjes de los hoteles, las maestras y monitoras de las guarderías, los empleados de la limpieza, los trabajadores de la ayuda a domicilio o los socorristas de las piscinas. Con sueldos de mil euros ya no les llega ni para alpargatas, así que ahora van con esas chanclas de agujeritos que venden los chinos por tres euros.
Quizá en la próxima entrevista que le haga mariadolores, pueda yanguas ilustrarnos un poco sobre las limitaciones o ventajas de ese tipo de calzado de importación. Igual explica también qué ha querido decir con eso de ‘esponjosidad en los espacios’. O nos explica qué quería decir con ‘no es compatible un turismo de calidad con un pueblo sucio’. Si los dos se divierten tanto como parece en la foto, deberían hacer una entrevista cada día. Y así los demás, aparte de aprender cantidad, también tendríamos la ilusión que produce la felicidad compartida.
Salud.
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