2/3/09

Qué bonito es el amor

Contemplo una y otra vez esos ojos tiernos que miran con una dedicación minuciosa. Esos ojos llenos del brillo que sólo tienen los enamorados. Los hemos visto en las bonitas imágenes captadas por francis. Y luego dicen que la política. Se miraban con la ternura de los amantes y en sus rostros se veía tanto respeto como cariño. Quizá se pueda encontrar hasta lujuria en ese rostro enrojecido, sonriente, un poco nervioso.

Hay cosas que se pueden esconder. Se pueden esconder las escrituras, las acciones, el dinero… Se pueden esconder muchas cosas, pero el amor no encuentra refugios. Los enamorados se delatan en cada mirada, tanto si se miran como si pretenden dejar de mirarse. Y ese brillo canalla, ese brillo traicionero…

Allí estaban atribulados, y a su lado el torbellino de la gente de la prensa, y esa vecina que pretende que le arreglen todo cuanto antes, y el otro, ese que ha ido porque alguien le ha dicho que vaya para poner en un aprieto a no se sabe muy bien quien. Y también la encarna, y el pacoprados, y el de cabria…

Y la rocío. Hoy le ha tocado ser embajadora. Anda cabizbaja, como esa novia que descubre miradas furtivas entre su novio y la camarera. Y sabe que no puede irse aunque querría perderse, estar lejos de un idilio que le retuerce las tripas. Los mira perpleja y contempla su arrobo, su desparpajo, su osadía. Actúan como si estuvieran solos. Fascinados. Podríamos decir que está celosa, aunque quizá no sea esa la palabra. Ya podrían guardar un poco las formas, piensa. Aquí, delante de todo el mundo, tantas risitas, y tantos guiños. Y la evangelina naranjo esta, tan chic, con su pelito corto y su desparpajo, que parece que haya nacido en la gobernación. Y todavía me quedan dos horas de seguir sonriendo, joder. La encarna le dice que levante la espalda, que va encorvada, que se ponga tiesa, y ella vuelve a levantar los ojos y allí están otra vez.

manolo y juancarlos. juancarlos y manolo. Se miran turbados como esos amantes que llevan tanto tiempo lejos uno del otro. Y piensan quizás en qué distinta hubiera sido la vida tan sólo con que una decisión se hubiese pospuesto unas horas. Aquel sí, aquel no, a lo mejor no eran tan urgentes y todo hubiese sido diferente.

A lo mejor delachica estaría aún en el polígono de cartuja, en su radio juventud, de maestrucho. juancarlos sería el jefe provincial, quizá el gobernador civil, que ahora tiene otro nombre pero es el que manda a los civiles cuando los del mirlo hacen huelga. O quizás, quizás, quizás…
Sí, es mucho tiempo desde luego, pero mira ángel, el del puerto, ahí lo tienes, hecho un chaval como quien dice. Toda una vida de servicio al pueblo. Como pezzi, como torresvela.

Hace tiempo ya, claro que sí. manolo no era presidente todavía. manolo mandaba en la ugeté, que ya es mucho mandar, pero nadie sabía que llegaría a ser como pujol en cataluña. Si hará tiempo que nadie se imaginaba que el señor daza acabaría siendo un honrado hombre de negocios empeñado en una bonita cohabitación del ladrillo rojigualda con el ladrillo verdiblanco. De izquierda unida al internácional eskiul.

Y juancarlos piensa si sería posible echar atrás, rebobinar aquel comité provincial, aquella catetada que lo sacó de la cola del león para mandarlo a la cabeza del ratón. Y sonríe, esta vez con algo de nostalgia, pensando que hubiese sido bonito venir a este pueblo, saludar al alcalde, oír como le decían señor presidente y prometer una riada de billetes verdes, prometer una tormenta de euros para puentes, para cepillos, para fregonas, para botellas de lejía si hace falta, para dejar este pueblo como la patena. juancarlos se acaricia el mentón, mira a rocío, mira a manolo, el cabezón, como le decían antes de ser presidente, y nadie sabe, por lo menos mirando la foto, quién ha sacado ese brillo de sus ojos. Qué bonito es el amor, señor alcalde. Aunque también podríamos decir: qué tripas, joder, qué tripas.

10 de octubre de 2007

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