Sigo creyendo en las personas

Esta columna de hoy tiene dos historias, bien distintas y extrañamente relacionadas. La primera es de una reunión de concejales. La segunda es de una entrega de premios en la que también hay concejales, pero no son éstos los importantes.

El otro día tuvimos una reunión para concretar el reparto de subvenciones a los clubes deportivos. Uno de cada grupo. Es la primera vez que asisto a una reunión normal, algo así como deben ser las reuniones en muchos ayuntamientos. Dimos nuestras opiniones, discutimos un poquito, poco, y aprobamos por unanimidad el reparto de las ayudas.

Aparte del amigo olivier, coordinador de deportes, estaban allí mi amiga censi, mi amigo juanjo, mi amigo luisaragón y una señora de conveniencia, a la que aun no puedo calificar de amiga, que hablaba de una forma extraña. Es decir, hablaba normal, y votó lo mismo que todos. No se asuste usted. No estoy alucinando. Es que ya he estado en varias reuniones, bastantes, demasiadas podría decir, y es la primera vez que veo una actitud lógica y razonable en un componente de esta secta. También tengo que decir que es la primera vez que voy a una reunión en la que esta señora sea la única representante de conveniencia.

Ahora entiendo por qué una vez, hace ya su tiempo, al terminar un pleno, esta misma señora se me acercó y me mostró su enfado por unas palabras que yo había pronunciado mezclando conveniencia y corrupción. Ella me aseguró que no era corrupta y que tal y como yo me había expresado estaba metiendo a todos los convenientes en el mismo saco. Intenté explicarle, creo que sin éxito, que junto a jesús gil, julián muñoz y roca habría mucha gente de buena fe colaborando sin saberlo al saqueo de marbella.

El enfado de esta concejala en aquel pleno y su forma de comportarse en esta reunión de deportes me ha hecho ver que en el grupo municipal hay gente conveniente que anda bastante despistada pero que tiene un sentido de la política bastante distinto al de esos compañeros suyos que hacen panfletos difamatorios hablando de salarios inventados.

Por cierto, me han dicho, y la fuente viene de las mismas entrañas de la conveniencia, que desde que el pleno acordó equiparar el sueldo de donjuan al de un simple concejal, el partido del doctor le está complementando la parte que perdió el ilustre concejal para que pueda seguir disfrutando de los merecidos emolumentos que percibe desde hace décadas. Me parece una loable iniciativa del partido. Al fin y al cabo, qué caudales podría manejar el tesorero de esa congregación si sólo pudiera contar con las cuotas de los afiliados y los ingresos normales de cualquier partido que no tenga trama gúrtel.

Esa fue la primera historia, con su apéndice del sobresueldo. La segunda historia es de sentimientos.

Mi niño nunca fue un gran jugador de fútbol. Era bueno, pero no brillante. A mí, sin embargo, me parecía genial. Cuando era un coco lo apunté en el almuñécar 77. ¿Qué quieren que les diga? Eso hice. Y compartí reuniones, viaje y cervezas con aquellos amigos de benavides que tan bien le llevaban el área deportiva. En más de una ocasión, en el descanso de un partido, discutí con el señor luis aragón. Y tenía entonces respecto a él la misma sensación que tuve respecto a esta concejala conveniente en la última reunión deportiva que les he contado.

Cuando acababa la temporada entregaban trofeos a un buen puñado de deportistas. Unas veces entregaba el trofeo el señor aragón, otra veces, el señor alabarce, otras veces, el señor benavides. Otras veces, los tres. Nunca se me pasó por la cabeza faltar a una entrega de premios pensando en quiénes eran los que cogían el trofeo y daban un saludo a mi hijo. Nunca. Por supuesto que iba, tan contento y orgulloso, acompañando a mi hijo a la entrega de trofeos. Qué más daba quién estuviese entregando el premio. El que estaba ahí con la copa o la medalla en la mano era un representante municipal con el que tenía poco, o nada, que compartir. Pero el trofeo de mi hijo, la cara de mi hijo, eso era lo único importante ese día.

El lunes me invitaron desde el equipo de gobierno a entregar los premios a los mejores deportistas del 2013. Así que me puse mi chaquetilla de entregar premios y me presenté en la casa de la cultura. Compartí el honor de entregar los premios con olivier, luis, censi, manolo contreras, josemanuel y maricarmen reinoso. Faltaban los de un grupo y eso no me extrañó. Es habitual desde mayo de 2013.

Me llevé una gran sorpresa al ver a un antiguo alumno, el gran joaquín, levantarse para recoger uno de los trofeos. Me emocioné un poquito, la verdad, cuando le di la mano y vi la alegría en sus ojos. Entregamos un montón de trofeos. Y seguro que aún podíamos haber entregado alguno más.

Una chica no pudo recoger su trofeo porque estaba fuera del pueblo. Ya nos lo había dicho su madre en la reunión en la que habíamos planificado las subvenciones deportivas. Yo lo recogeré en su nombre, nos comentó. Pero esa tarde, la concejala no asistió para recoger el trofeo que tan merecidamente había ganado su hija y se presentó otra persona. Me extrañó y me molestó. Alguien me comentó que había sido una ausencia voluntaria, por motivaciones políticas. Yo no me lo creí. Y sigo sin creérmelo. No me imagino cómo una madre, salvo que tenga una razón muy poderosa, se va a perder ese acto tan emotivo en el que se homenajea el esfuerzo de su hija. Ni me lo creí ni me lo creo. Y estoy convencido de tener razón. Sigo creyendo en las personas.

Salud