Paseando por este precioso pueblo uno se da cuenta de que sobran demasiadas cosas. A ferminté le sobran las razones. A yanguas le sobran las pancartas. Eso es rigurosamente cierto. Ya no sabe dónde ponerlas. Grandes, medianas y chicas. Con la cara blanquecina como un aparecido o con los morritos pintados en el mismo salón de belleza que la trini. Pancartas le sobran. Eso es buena señal para él. Debe tener pasta.
Así que el concurso cuantitativo de pancartas lo gana yanguas por goleada. Pero es que, además, yanguas queda por encima de fermínté en altura pancartil. Las pancartas de fermínté habrían muerto en una ciudad moderna de esas que tienen autobuses de dos pisos para pasear turistas. Las de yanguas casi llegan al cielo. La diferencia vuelve a ser de pasta.
Los amigos de ferminté pasean sonriendo pero cansados con una escalera del idea o de una antigua obra que ya murió víctima del empacho de la sobreconstrucción. Suben al peldaño más alto y se estiran todo lo que pueden a punto de herniarse o volcar la escalera o ambas cosas. Los empleados de yanguas, no sé si tendrá amigos, pero empleados tiene muchos, llevan sus modernos camiones, casualmente los mismos que trabajan para el ayuntamiento, le dan al botón, dicen eso de al cielo con ella y en un pis pas ya está la pancarta por encima del dátil más elevado que la palmera tenga.
Así pues, querido fermínté, ya te puedes ir rindiendo. Más pancartas y más altas. Prepárate para lo peor. verlo el veintidós por la noche preguntando como mouriño: ¿por qué? ¿por qué los fiscales? ¿por qué la junta? ¿por qué el defensor del pueblo? ¿por qué daniel barbero? ¿por qué tan pocos votos? ¿por qué no me fui a marruecos hace cuatro años cuando lo tenía casi decidido?
Salud
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