19/8/09

Bancos azules


No estoy hablando de los bancos de los ministros en el parlamento, sino de los bancos de los abuelos sexitanos. Si dios no lo remedia, los caños de la carrera van a ver como cambia radicalmente el panorama. El equipo de gobierno, sensible a los problemas de movilidad de los mayores de nuestro pueblo, ha decidido implantar en los bancos de esa plaza el sistema de la ORA, que significa, según nos han informado en el gabinete de protocolo y formación del espíritu nacional, otro ratico, abuelo.

Cualquiera de ustedes que haya pasado por allí para ir a comprar un grifo en carbonell habrá podido observar cómo un reducido número de viejos ocupan durante horas y horas esos escasos bancos que tan amablemente ha colocado allí nuestro alcalde. Es posible que esos añejos bancos y esos viejos árboles pasen a mejor vida si prospera alguno de los imprescindibles aparcamientos, rotondas o remodelaciones viarias que una ciudad moderna demanda. Pero mientras eso llega, nuestro amado alcalde, previo informe del jefe de la policía local, siempre tan atento a las demandas ciudadanas, ha decidido que el uso de esos bancos se haga de forma rotativa previo pago de una pequeña cantidad. Con tal fin, va a salir en breve el pliego de condiciones para adjudicar el control de asentamiento en banco en el término municipal.

La experiencia se va a limitar, en principio, a los caños de la carrera, y, en función de la evolución de los asentamientos, no se descarta extenderla progresivamente al majuelo, altillo y zona de columpios de la herradura.

La medida quizá pueda parecer extraña pero posiblemente sea la única forma de acabar con el abuso. Hay viejos que se tiran allí sentados cuatro y cinco horas mientras otros abuelos que quieren comentar la actualidad local o simplemente resguardarse del sol bajo esos espesos árboles, se tienen que marchar en busca de sombra a otro sitio. Se les ha visto vagar, con un recuerdo antiguo, casi genético, por el paseo del altillo y mirar hacia arriba buscando unas tupidas ramas que ya dejaron de existir hace unos años aunque ellos parecen ignorarlo.

Desde esta modesta columna, vaya nuestro aplauso a una nueva medida inteligente de nuestro prócer. Estamos seguros de la crítica torpe y frontal de ferminté y los otros, pero ello no hace sino reafirmarnos en la imperiosa necesidad de esta disposición. Y sin ánimo de ofender, con el más sincero propósito de colaborar, me atrevo a sugerir la conveniencia de promover un parque público que, en régimen de concesión administrativa, podría vender el derecho a uso de banco por cincuenta años, o, teniendo en cuenta las características del potencial mercado, por un lustro. Así, aquellos abuelos que aún conserven unos ahorrillos, podrían invertir de manera provechosa e inteligente.
Salud

No hay comentarios:

Publicar un comentario