De colega a colega te escribo esta sincera y admirada misiva. Permíteme la licencia y excúsame el que te hable de colega. No soy médico, no conozco el tacto de la bata verde, pero llevo ya tanto tiempo en política que considero la alcaldía mi auténtica profesión. Y más que la alcaldía, querido yanguas, el poder, la liberación de endorfinas agrestes que se produce cuando movemos con nuestra firma las lindes, los saldos, las hectáreas o las humildes nóminas. Te leo, te sigo, estudio con atención tu conducta y creo acertar si te hablo de colega en este sentido. Ya ni te acordarás, supongo, de cuando eras un sencillo y humilde médico.
Quiero hablarte hoy de mi ciudad. Te hablaré con el corazón en la mano, querido colega, a sabiendas de que nadie como tú podrá comprender mis confusos sentimientos. Yo adoro Almuñécar, querido yanguas. He pasado en esa bonita ciudad mis primeros amores, mis primeros bailes, mis primeros baños, mis primeras espinillas. He dado la vuelta por el monte para ir al tesorillo, he paseado entre chirimoyos desde la carretera al barrio fígares, incluso recuerdo de niño haberme escondido a comerme una caña metiendo los pies en una acequia fresquita que mi memoria no alcanza a localizar.
Querido colega: los tiempos van cambiando y nos enfrentamos a nuevos retos. No siempre somos bien comprendidos pero tú y yo sabemos que todo lo hacemos por nuestros ciudadanos. En los últimos años se ha producido un incremento alarmante de vecinos de tu municipio a los que no me atrevería a calificar como chusma, pero aquí entre nosotros, en confianza, ese es el calificativo que mejor les cuadra. Vienen tiesos como la mojama, con un billetero lleno de telarañas, se espantan de cualquier carta decente, pasan de largo ante las estupendas marisquerías del paseo, ignoran los rudimentos del golf, analizan los yates por sus banderas o por cualquier otra anécdota que manifiesta su ignorancia. En fin, qué te voy a decir que tú no sepas.
Los hay de distintas procedencias sociales pero todos tienen en común una nómina ridícula. Ayer mismo un sujeto de esos le comentaba a mi secretaria, a la que se acercó en un bar con la estúpida pretensión de intimar, que estaba trabajando para tu ayuntamiento con un contrato de colaboración social. Esta mañana, cuando tomaba un café en el club náutico, oí como una señora ya entrada en años y en carnes le decía al camarero que ella también era del gremio, que trabajaba haciendo habitaciones en un hotel de almuñécar. Lo que no logré averiguar era qué hacía allí aquella mujer, una camarera de pisos. Su error se hizo evidente cuando sacó el cutre monedero buscando los dos euros del café. Le temblaban las manos y hacía gestos ridículos con la cara.
Es un problema, querido yanguas. Lo mires por donde lo mires es un problema. Esa gentuza no aporta nada a nuestro pueblo. Ya sé que no puedes encerrarlos, pero esto es un problema parecido al de las pateras. Algún tipo de control tendremos que hacer. Una policía de fronteras, una aduana, qué se yo. Pero tú ya te puedes imaginar la imagen que dan de nuestra ciudad esos convecinos tuyos que no tienen donde caerse muertos y a los que les parece caro un café por dos euros. Y es lo que yo digo, si no pueden ir de vacaciones que se queden en su casa, que pongan el ventilador y se metan en la bañera. Y para ver paisajes ya está el canal digital. Claro, que estos desgraciados, algunos no tienen ni eso.
En fin, querido yanguas, he sabido por la prensa que has hecho convenios de colaboración con ciudades extranjeras. Tú ya tienes cierta experiencia en esto. Me complacería que estudiaras la posibilidad de firmar un convenio de hermanamiento entre tu ciudad y la mía. Básicamente, se trataría de garantizar un mínimo de calidad en cuanto a los flujos turísticos estableciendo algún tipo de control a la salida y a la entrada y garantizando la extradicción automática de aquellos individuos que aportan una mala imagen por su bajo poder adquistivo y su falta de elegancia. Ambos municipios saldrían ganando. Estúdialo con interés. Un saludo afectuoso.
Postdata: he dicho a mi secretaria que se ponga en contacto con la tuya para ver si es posible coincidir en algún viaje antes de que termine el año. Mi idea es un viaje largo, dos o tres semanas, pero algo fuera de los circuitos ordinarios. Si te agrada la idea, dejo en tus manos los detalles. El sitio que elijas me parecerá bien. En cuanto a las fechas concretas tampoco habrá especial problema. Supongo que tendrás flexibilidad. Faltaría más después de tantos años entregado en cuerpo y alma a tus paisanos. Al fin y al cabo, como dice mi mujer, para algo están los tenientes de alcalde, ¿verdad? Que se ganen el sueldo, coño. Salud.
18 de agosto de 2008
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