Últimamente no mido bien mis pasos y cometo errores de principiante. Tan aturdido estaba por el resultado electoral que me apresuré a presentar oficialmente mi renuncia a la concejalía de laborda. Me dejé llevar por el adiós del médico.
Pero ha ocurrido un acontecimiento de importancia que me ha
hecho replantearme mi futuro. A ver cómo lo explico. Tenemos en el horizonte un
gobierno de izquierdas. Ya está. Sin anestesia. Yo voy a tratar de resumirlo porque
la conversación fue larga.
Un socialista con experiencia podría encabezar un gobierno
de izquierdas. Como sólo le acompañan dos concejales, esa es la pena, tendría
que legislar acompañado de siete izquierdistas que aportaría el partido del
médico. Incluso si fermín quisiera, también podría formar parte del sanedrín.
Su voto el día trece, el de fermín, es necesario, pero su presencia en la junta
de gobierno es opcional.
Ellos ya son diez. Suficiente. Con fermín, once. Acojonante.
Y que tiemble la derecha. Pero tenemos un problema, jiuston. Parece que el
señor tejero no está por la labor. Dice, mire usted qué cosas, que la banda de
los siete es tan de izquierdas como trinitario betoret. Y dice otras cosas que
yo no las debo poner aquí porque quiero jubilarme en paz.
Total. Que yo todo esto lo cuento porque me lo han contado.
Y hoy, antes del partido de la juventus, ya me lo han detallado algo así como
ocho personas, tres del partido de fermín y cinco de adscripción diversa. O
sea, que parece ser que mi vecina es la única que no se ha enterado de la
proposición deshonesta.
Yo supongo que si el líder de ese trío hubiera encabezado un
cuarteto, de esto no se estaría hablando en el pueblo. Se hablaría el mismo día
trece a la hora de contar los votos y descubrir, oh sorpresa, que era verdad,
que el médico ya tenía eso atado y bien atado con el partido de la rosa.
El problema es que sólo llegan a diez. Y es así como le han
tenido que decir: anda, mira a ver si el fermín traga con esto del gobierno de
la izquierda. Y por eso lo sé yo, y por eso lo sabe ya medio pueblo.
Yo creo que la reunión esa que hacen el fermín y la luci con
sus acólitos va a decir que después de mayo viene junio y que por sus obras los
conoceréis, así que puede ser que esto no sea más que un chascarrillo divertido
con el que entretener los corrillos de la carrera en esta semana que inaugura
la procesión del corpus.
Pero quizá, y llevo dándole vueltas a esto todo el día, aún
haya una posibilidad real de un gobierno de izquierda radical. Y ahí entra mi
autocrítica por las prisas con que presenté mi renuncia el otro día en mi
columna.
El tema es que si yo convenzo a fermín y a la luci para que
dimitan, yo iría el día trece al acto de investidura representando a garzón, a
llamazares y a cayo lara, a los tres. No me importa. Tengo tiempo para preparar
un discurso trinitario llamando a la convergencia sin olvidar mis señas de
identidad y siempre con el horizonte de una izquierda abierta alejada del
sectarismo.
Si yo estoy ahí sentado el día trece junto a mis camaradas
socialistas y andalucistas, ya somos once de izquierdas. Puedo ser, por tanto,
concejal de hacienda de un auténtico gobierno de izquierdas y llevar este
pueblo a la portada del niu yor taims.
Tenemos cosas que concretar, pero hay tiempo. Para ir
avanzando. Emilio, pavesio para los amigos, podría ser concejal de urbanismo para
desatascar varios temas que están parando el desarrollo del pueblo. Si
readmitimos al anterior arquitecto y al ingeniero, en un par de meses podemos
sacar adelante un plan de urbanismo en condiciones que incluya varios campos de
golf. Tenemos que concretar aún cuántos serían necesarios para un buen programa
de izquierdas. Ahí tengo que ser flexible, pero en principio, si uno es bueno,
dos supongo que será mejor, y tres estupendo. Hay que hablarlo.
Un buen gobierno de izquierdas tendría que dejarse las uñas,
ya lo adelantó en campaña el próximo alcalde, para traer al pueblo un centro
comercial, algo que será una gran ayuda para el pequeño comercio de la localidad.
El proyecto que había está paralizado en los tribunales y tenemos que concretar
aún a quien hay que sobornar para desbloquear esta oportunidad de crear cientos
de puestos de trabajo. Quinientos decían nuestros futuros socios de gobierno.
Tengo que hablar con emilio y con sergio acerca de posibles
ubicaciones para puertos deportivos. Ellos hablan de uno, pero a mí se me
antoja escaso. Si sacamos adelante el hotel de siete estrellas que fermín y la
derechona han parado y si convencemos al tribunal supremo de que el hotel del
cercado puede legalizarse a poco que se ponga algo de interés, nos van a sobrar
en este pueblo personajes con limusina agobiados por la falta de aparcamiento
para yates que hay en la localidad.
El programa de izquierdas ya está casi listo. Quizá habría
que echar atrás esa mierda de convenio que se ha firmado con el personal del
ayuntamiento y que puede poner en peligro la hacienda municipal. A mí también
me parece, como al médico, que los bomberos no pueden estar todo el día
tocándose los cataplines mientras el sufrido contribuyente apenas llega para
pagar el sueldo del alcalde. Por ejemplo.
Ah, que se me olvidaba. Si gobernamos nosotros, los de la
izquierda, ya no habrá ningún problema en ser estrictos con eso que dijimos en
campaña de liberados cero para la oposición. A muerte con eso.
Pero ahora que lo pienso, conforme acabo estas reflexiones,
se me está ocurriendo una cosa. ¿Por qué conformarme con la concejalía de
hacienda? Si se puede quitar la alcaldía a la lista más votada, a pesar de lo
dicho en los últimos ocho años. Si se puede dar la alcaldía a un grupo con tres
concejales que ha perdido ochocientos votos… ¿Qué problema hay para que sea
alcalde el número tres de los rojos?
Esa es una idea que ya se le habrá pasado por la cabeza a
juancarlos aguirre yanguas. Sería divertido. Al fin y al cabo, una vez que me
he quedado hasta sin capa para taparme, qué más da. Perdidos, al río.
Salud