Mayor para según qué cosas

Hasta hace poco, pensaba que en este pueblo había dos clases de partidos: los normales, los sensatos, los que trabajan por el pueblo, y el otro, el que medra sin escrúpulo alguno por sus intereses de mafia corrupta.

Ayer leí un comunicado alertando y alarmando en torno a un retraso en las nóminas del personal del ayuntamiento. La maldad y la mentira se aliaban de manera torpe y grosera en ese batiburrillo de letras. Leí y releí buscando mi error, mi equivocada comprensión de lo que allí se decía. Eché un vistazo de nuevo a la firma por si había sido una falsa impresión.

Un poco triste me pongo a escribir esta inapropiada reflexión. Tan políticamente incorrecta como necesaria. Necesaria para mí, como desahogo. Nada más que eso. Uno ya tiene cincuenta y siete años. Y seis meses. Y otros veinte días más. Uno no vive de esto que llaman la política y que se convierte de vez en cuando en un lodazal. Pero que alterna la mugre con el placer de tomar un café, algunos han sido, con una persona tan noble como antonio laborda. Sí, ya sé que es un meapilas de derechas. Le gustan las cofradías y las banderitas de dos colores. Yo soy ateo y las banderas que me gustan tienen tres tonos. Pero yo le digo que es un meapilas y el se ríe con la buenura que se le escapa por la comisura de los labios.

Claro que se le parece, pero no es una declaración de amor. Ya ustedes lo han comprendido. Se trata de respeto y honradez intelectual. Cada uno hace su trabajo, y cada uno comete sus errores, y cada uno tiene sus posiciones. Pero, así como una persona sensata tiene que alabar el duro trabajo de olga o de luis, una persona insensata, como yo, se atreve también a valorar, con todos los matices que son imprescindibles, el trabajo de laborda.

Intentaré, lo intento cada día, que el partido del amigo laborda baje y el mío suba. Estoy convencido de que las propuestas de mi partido son mejores que las del suyo. Pero procuro que mis críticas se hagan en el reducido campo de la verdad, que aún siendo estrecho da para mucho.

Después de leer este comunicado de ayer y algún otro de hace unas semanas, uno se pregunta cómo es posible trenzar las alianzas de eso que se llama la izquierda local. Ya es fuerte leer, hasta tres veces, que el objetivo de alguna izquierda es traer al pueblo varios campos de golf, no sé cuantos puertos deportivos y algunos centros comerciales. Eso ya es fuerte, pero entra en el campo de la identidad difusa. Allá cada cual con sus proyectos y sus ideales. Pueden llamarlo socialismo si les apetece. Pero lo de ayer supera todas las expectativas. Se trata de lodo, y nada más que lodo.

Supongo que después del veinticuatro de mayo habrá que reunirse una, y dos, y tres y cuatro, y cinco y seis veces, las que hagan falta. Los unos y los otros. Así ha sido siempre y así volverá a ser. Supongo. Pero en esta ocasión va a costar trabajo verme en las reuniones. Mi ausencia será buena para el éxito de las mismas. Ya tengo casi cincuenta y ocho, y no vivo de esto. Para según qué cosas estoy mayor. Debo dedicar más tiempo a andar y hacer deporte no vaya a ser que las arterias me den un susto.

Salud