El azar, el tiempo, el leve transcurso de la legislatura, la
falta de capital, qué sabe nadie, han querido que una residencia de mayores
haya quedado en proyecto. Sería injusto culpar al doctor del olvido de esa
residencia que ahora de pronto ha recordado con ímpetu juvenil.
Nunca se supo de empresa alguna que quisiera construir
aquella residencia. Ni siquiera jenaro se había interesado por esos planos. Estaba
condenada a quedar en proyecto, uno más, pero ha bastado que se alce la
realidad de un parque de bomberos que debe estar al caer para que nuestro
melancólico ex alcalde encuentre en algún rincón de su memoria aquel proyecto
de hogar para mayores que nunca pasó de borrador.
Tuvo tiempo, vaya si tuvo tiempo, para levantar esa obra,
pero no hizo nada más que presentar un esquema. Quizá algún día no lejano,
cuando en la herradura alguien diga de construir un hotel o un centro
internacional de jugadores de tute, el ex nos recuerde que allí también había
previsto él levantar una residencia, otra más, para el lento discurrir de los
últimos años de vida.
Item más, como dirían en ese palacio de justicia que también
reclama su derecho a existir en competencia con unas viviendas sociales tan
irreales como él, si la trini quería un parque contra incendios, si los
bomberos buscaban una sede, ya les había buscado yanguas un terreno inmejorable
con pendiente de puerto de primera.
Olvidó el doctor que el parque de los bomberos ya tenía un
solar más llano y una financiación detallada en 2003. Olvidó que durante ocho
años nada hizo salvo molestar ese proyecto. Ahora los recuerdos se le amontonan
en la mesa. Escoltado por su fiel ortega, y alguna ocasional visita de rafael,
yanguas quizá eche de menos al antaño fiel pavesio, ahora empeñado en otras
labores menos partidarias. Hay que buscarse las habichuelas. Quizá se vuelvan a
encontrar, ellos dos y alguno más, en la residencia de la tercera edad que
otros más jóvenes puedan levantar a partir de 2015 en cualquier solar de los
muchos que aparecerán cuando la financiación de ese edificio se resuelva.
Claro que lo suyo sería hacer una residencia para bomberos.
Algunos se nos han ido, como el amigo ramila, siempre dispuesto a comprar en el
rastrillo un cedé. Otro disco, preguntaba su mujer. Antonio callaba y decía: un
euro, has dicho. Antonio ya no verá el parque que el doctor le negó año tras
año, con una terquedad fuera de lo razonable. Y el resto, los otros, la tropa
del ratón, todos ellos van a envejecer oyendo las tonterías que se escapan por
la boca de aquel que durante tanto tiempo les han engañado, estafado y adulado
mientras les mandaba a vaciar papeleras de basura o les hacía ir y venir, como
el famoso autobús de la lac, desde el aquatropic hasta el acuario, llevando ese
agua salada tan buena para el caballito de mar como mala para el camión de los
bomberos. Está feo decirlo así, a fermín no le gusta, pero si dios quiere, los
bomberos tendrán un parque como dios manda. Y a quien no le guste, que
reviente.
Salud