Dicen que salir del poder produce vértigo, no tanto como
cuando se entra, pero vértigo al fin y al cabo. Perder la noción del tiempo,
olvidar el verdadero poder que se tenía y se tiene, confundir las prioridades
con las obligaciones y los compromisos. Incluso tener tiempo de sobra para no
saber qué hacer con él. Parece que todos esos síntomas, y alguno más, se han
descrito por afectados.
Acostumbrado a negar documentos te puede entrar una fiebre
compulsiva por pedir hasta lo que no existe. Cegado por tus habituales
venganzas puedes llegar a proferir argumentos patéticos que carecen de la
fuerza que parecen desprender las palabras. Habituado a prescindir de cualquier
atadura, norma o reglamento, porque todo el monte es orégano, incluso aquel que
sube hasta la cima donde los leones atacan a tus mal pagados amigos, te olvidas
de que organizar una capea tiene unos trámites. Programas actividades como si
aún fueses tú el que permites y amparas la obscena ilegalidad con acciones
diversas y omisiones múltiples.
Y un buen día, un escrito que no lleva maldad sino
recordatorio de aquello que saben los mortales e ignoran los dioses, te hace
caer en la cuenta de que organizar una capea ahora, fuera del poder, alejado de
la vara de mando, es algo más complejo de lo que tú pensabas. Vaya por dios,
con la burocracia. Para colmo, el que te ha hecho el cartel pone aparacamiento en vez del término correcto. Ya lo podían haber explicado en los cursos de almuforma.
Salud
Al margen de ideologías, juancarlos Benavides es mala persona y todo lo que toca lo envilece, como él mismo; también está su ¿fiel? colaborador, muñidor en la sombra, que se encarga de prepararle el camino para que entre triunfante entre vítores... hasta que un niño o un viejo o un borracho, lo señale con el dedo y exclame, ante el asombro de los hasta ese momento incondicionales palmeros, "el rey está desnudo".
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