Algo loco debo estar y esa circunstancia quizá me
disculpe. En parte al menos. Y por esa locura, hoy me he decidido a
escribir algo de lo que seguramente me arrepentiré. No va de
almuñécar ni de convenientes, sino de europa y chipriotas.
Que me perdone la gente
seria que entiende de economía, pero hace días que me ronda por la
cabeza una idea, probablemente estúpida, acerca del tema este de los
depósitos bancarios. Y no me resisto a soltarla porque a lo mejor
hay algún majara perdido por ahí que se identifica con esta
chorrada y eso le reconforta. A mí me vendría estupendamente
también saber que la locura es compartida, claro.
Primero, una declaración de principios. No para evitar que se malinterprete el artículo, que eso será inevitable, sino para, al menos, poder defenderme ante mis íntimos cuando entren a muerte contra mis tesis con un cubata delante. Yo estoy en contra de los rescates, de los recortes y de las declaraciones de mourinho. Bueno, en este último caso será más amplio, de mourinho entero incluyendo su mirada de chulo. Bien, si estoy en contra de los rescates, es decir, de sacar dinero de donde sea para pagar las deudas de los bancos, pues tengo que estar en contra de esa putada que iban a hacer en chipre y que aun no se sabe como acabará.
Pero a mí me mosquea que todos los economistas, tertulianos y charlatanes de la derecha y la extrema derecha y el centro y el extremo centro estén de acuerdo en que el peligro del mundo mundial está en tocar los depósitos de los bancos. Me da que confunden mundo mundial con banca mundial.
Es cierto que tocar los depósitos de los bancos es una
putada para los depositantes y un peligro para los guardianes de los
depósitos. A mí no me afecta porque no tengo cosas de esas en el
banco. En cualquier caso, para aclarar conceptos, en chipre querían
poner un pequeño impuesto a los ahorros. Pequeño a los pequeños
ahorradores y grande a los grandes ahorradores. En españa, lo que
hicieron con algunos fue quitarle todo lo que habían ahorrado. Todo.
Así no había que discutir si era el ocho o el siete por ciento. A
ese robo le llamaron preferentes y no escuché yo tantos gritos de
alarma de los economistas que ahora se estresan ni tanta preocupación
en los gobernantes de uno y otro color.
Vamos a entrar en harina. Supongamos que el presidente de mi gobierno, al que le importa un pito mi opinión y la de millones de manifestantes, decide que mi país tiene que ser rescatado, es decir, que hay que sacar dinero de donde sea para dárselo a la banca y que los bancos puedan devolver a otros bancos el pastizal que deben.
Entonces decide que puede pegarle un pellizco a mi nómina, que para eso está. Primero me la congela (la nómina, eh), luego me la baja un cinco por ciento, y después me quita la paga extra. Estamos en espera de ver si nos vuelven a repetir esa operación u otra parecida.
Como aún le falta guita, sube el iva de todo lo que compro, ya sean las cervecitas o la leche y las hamburguesas mixtas de ternera y caballo hormonado.
Me sube también el impuesto de la renta y, como aún no tiene bastante, me baja la futura pensión de jubilación y me retrasa unos cuantos años la edad de jubilarme. Eso es una pasta pero no sé cuánta. Y tampoco me interesa calcular tanto, que dicen que el que sabe, sufre.
A mi mami le han puesto un impuesto en las recetas, tiene en el aire lo de la ayuda a domicilio y parece que pronto pagaremos por las radiografías. Incluso un ministro algo antipático dijo ayer que habrá que recortar eso de los trasplantes si las cuentas no salen.
A mi niño y a mi niña le han subido la matrícula de la facultad, el alquiler del piso, la luz, el teléfono, el autobús y los bocadillos que venden en la estación de la graells.
Me faltan más cosas, pero más o menos se trata de eso. Todas estas putadas las están haciendo para poder darle a los bancos el dinero que deben. Entonces, si yo no me he perdido en el análisis, que todo pudiera ser, resulta que ya nos han rescatado, o que nos han secuestrado y estamos pagando el rescate poco a poco. Esa puede ser una imagen mejor.
En chipre parece que no le han bajado el sueldo a los maestros ni les han subido el iva ni les han dado un hachazo en las pensiones ni han metido mano en las medicinas. Pero los tertulianos y comentaristas y analistas sesudos que comprenden, entienden y defienden que a mí me hayan gastado todas esas putadas para poner el país en orden, no entienden, no comprenden y no amparan el que se ponga un impuesto extraordinario a los que tienen depósitos en el banco.
Bien, seré egoísta. Puestos a elegir entre guatemala y guatepeor yo prefiero que metan mano a los depositantes. Por supuesto, siempre metiendo más mano a aquellos que tienen la suerte de tener quinientos mil euros, por ejemplo, o cien mil. En eso me da igual que sean rusos o bosquimanos.
Están muy preocupados porque se había roto una norma
según la cual los depósitos inferiores a cien mil euros eran
sagrados. Vale, yo nunca me he creído esa norma. Tampoco me creí
que el timo llamado plan de pensiones funcionara salvo para lo que
estaba diseñado: timar al incauto.
Pero sí me había creído que los convenios colectivos eran sagrados, y que sagrado era el pacto de toledo, y que sagrado era el compromiso electoral de no subir el iva sino bajarlo.
En mi escepticismo, ya le digo, señor rajoy, mejor que nos deje tranquilos y permita que los bancos quiebren si está de dios, pero si insiste usted en eso del rescate y la austeridad, y tiene usted que seguir buscando dinero para dárselo a los bancos, por mí puede usted meter mano en los depósitos y dejar mi sueldo tranquilo. Eso será malo para la confianza y para los que tienen ahorrillos. Seguramente muchos de los que tenemos sueldo no tenemos depósitos ni confiamos ya en casi nada. De los que no tienen sueldo ni hablamos.
Salud